miércoles, 23 de noviembre de 2016

El Síndrome del Impostor. Qué es y Cómo Combatirlo

¿No te sientes suficientemente bueno en tu trabajo? ¿Tienes la sensación que no sabes lo que haces aunque lo parezca? ¿Crees que no te mereces el puesto que tienes? ¿Piensas que tus buenas notas son cosa de suerte? ¿Tienes miedo de que en cualquier momento te desenmascaren y se demuestre que eres un fraude? Pues quizás sufres el llamado Síndrome del Impostor.


Keep calm! No se trata de una enfermedad contagiosa ni de un trastorno mental. Aunque puede tener consecuencias importantes sobre tu vida. 


Si quieres saber más acerca de este síndrome y de cómo combatirlo, sigue leyendo...


El "Síndrome del Impostor". Qué es y cómo compartirlo


Qué es


Es un término que acuñaron las psicólogas Pauline R. Clance y Suzanne A. Imes en 1978. 


Aunque se consideró durante un tiempo que era más frecuente en las mujeres profesionales, por su participación en un mundo eminentemente masculino y la educación recibida desde la infancia, lo cierto es que afecta en la misma medida tanto a hombres como a mujeres.


El Síndrome del Impostor es la sensación que tienen algunas personas de sus éxitos no son merecidos y de que sus habilidades y capacidades son un fraude. Atribuyen esos éxitos a factores externos: a la suerte, a la intervención de otras personas... Y lo más curioso de este síndrome es que no suele sufrirlo quien realmente tendría que dudar de esos logros y capacidades, sino personas válidas y profesionales.


Es un síndrome muy frecuente, de hecho, casi un 70% de la población lo sufrirá en algún momento de su vida. En muchos casos, esta sensación de fraude, se da cuando se asume un nuevo puesto de trabajo o una responsabilidad mayor, pero se va atenuando poco a poco según se va adquiriendo confianza. Pero en otros, en los más complejos, este síndrome es crónico, por definirlo de alguna manera. Es decir, que la sensación de no merecer los éxitos es constante. 


El perfeccionismo excesivo, la autoexigencia desmedida, la percepción disminuida que se tiene de uno mismo desde la infancia, la falta de autoestima o incluso un cierto egocentrismo son algunos de los motivos por los que se puede tener esa visión de uno mismo.


Qué consecuencias tiene en tu vida


Una de las principales cargas que lleva consigo el Síndrome de Impostor es el estrés constante. El miedo a que descubran que eres un supuesto fraude, que no vales, es una losa que llevarás encima constantemente.


El "Síndrome del Impostor" puede paralizarte e impedir que desarrolles tu potencialOtra consecuencia negativa de este síndrome es la incapacidad de disfrutar de los éxitos, puesto que según tu percepción no te los mereces.  


Puedes limitar tus aspiraciones, puesto que corres el riesgo de pensar que no estás capacitado para asumir mayores responsabilidades.


Puedes terminar trabajando por debajo de tu potencial real, por miedo a no dar la talla en nuevos puestos, proyectos o responsabilidades. El peligro de terminar siendo mediocre por tu propia percepción es un riesgo real.


Te paralizará a la hora de actuar, con lo conlleva la inacción en cualquier faceta de la vida.


Te puede forzar a trabajar mucho más de lo necesario, porque crees que sólo esforzarte hasta la extenuación justifica lo que puedas lograr. Y ese ahínco ni siquiera se percibe como algo positivo, porque lleva a pensar que si se valiese más, no sería necesario trabajar tan duro.


Cómo combatirlo


Asume que no eres perfecto. Nadie lo es. Tienes virtudes y defectos, que debes aceptar. Eso no quiere decir que no sea recomendable intentar mejorar lo que no nos gusta de nosotros mismos, pero sin torturarnos si no conseguimos un grado de perfección casi divina en todas las facetas de nuestra vida.


Perdónate los errores que hayas podido cometer. Si el error tiene solución, esfuérzate en conseguirla. Si no la tiene, no te atormentes por tu torpeza; o al menos no te refociles en ella. Y en ambos casos, aprende de ese fallo para el futuro.


Reconoce los fallos como una oportunidad de mejorar y aprender, no como una catástrofe de  proporciones épicas.


No te compares con los demás, aunque sea una posibilidad muy tentadora. Cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, puesto que tenemos personalidades, capacidades y experiencias distintas. Y, por otra parte, si te comparas, puedes caer en el error de atribuirle a otras personas más mérito y éxitos de los reales. Y mucho menos valor a ti mismo.


Analiza cuáles son tus habilidades y los logros que has alcanzado gracias a ellas. Escríbelos en una lista para ser consciente de ello. Si tienes alguna dificultad en conseguirlo, pide ayuda a alguien de tu confianza, porque seguro que no dudará en recordarte lo que vales y lo que has conseguido.


Acepta que eres responsable de tus éxitos con la misma generosidad y ecuanimidad que empleas con los demás. Si en los otros no justificas sus triunfos con la suerte o los padrinos, ¿por qué hacerlo contigo mismo?


Admite los elogios (sinceros) y agradécelos. No pasa nada por reconocer que lo has hecho bien, incluso te puedo asegurar que no se abrirá el suelo bajo tus pies...


Cuida el lenguaje que utilizas contigo mismo, tanto el que verbalizas como el que utilizas en tus pensamientos. Evita las expresiones negativas para referirte a tu capacidad y a tus logros. Cuando te sorprendas pensando o hablando mal de ti mismo, reformula el pensamiento o la frase en positivo. 


Fórmate y esfuérzate para ser cada día un poco mejor, pero no para ser perfecto, sino para sentirte bien y dar lo mejor de ti en cada momento. 


¿Qué reflejo ves cuando te miras al espejo?
Deja de mirarte el ombligo y céntrate en ayudar a los demás. Muchas veces esta inseguridad en nosotros mismos tiene su origen en que nos centramos mucho en nosotros mismos, en lo mal que nos sentimos, en el miedo que experimentamos, en cómo podemos equivocarnos, en qué ocurrirá si nos desenmascaran. Si en lugar de tanto yo-mi-me-conmigo te enfocas en ayudar a los demás y en aportarles algo de valor, te darás cuenta que ese Síndrome del Impostor se diluye.


Valora todo lo positivo que hay en tu vida, tanto personal como profesional. Y agradécelo todos los días. 


Aléjate de las personas tóxicas y envidiosas que refuerzan tu miedo y tu falta de autoestima. Este tipo de personas se deleita hundiendo a los demás, especialmente si detectan algún tipo de debilidad. 


Si en algún momento te asaltan las dudas, recuerda que tú lo vales.





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La primera vez que apareció el post El Síndrome del Impostor. Qué es y Cómo Combatirlo fue en el blog de Todos Somos Clientes.


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